17 de Diciembre

Enfrentando las batallas en el Espíritu

Había una vez, una mujer que amaba a Cristo de todo corazón; sin embargo, algunos de sus familiares se oponían rotundamente a este amor. Ella se apartó de la idolatría, la religiosidad y el tradicionalismo e inició una relación genuina conforme la Biblia con el Hijo del Dios Altísimo, Jesucristo es su nombre, nombre que es sobre todo nombre, a quien sigue amando cada día más y más gracias al don de la fe y la gracia que Dios el Padre le concedió en Él.

Aquellas personas no perdían oportunidad para vituperar a esta mujer, era tal el desprecio, que les causaba repulsión el solo hecho de verla. Según ellos, ella no era digna de ser parte de esa familia, los había decepcionado, era una vergüenza para ellos. “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, Él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado”. 1 Pedro 4:14 (RV1960).

En una ocasión, la abuela de esta familia se enfermó y tuvo que ser hospitalizada por varios días. Lo lamentable de esta situación es que ninguna de las personas que la rodeaban y que decían amarle, querían cuidar de ella durante este tiempo, todos hacían lo posible por evadir esta responsabilidad y los que iban a acompañarla lo hacían porque ya no había otra opción, por cumplir y por formalismo, pero no de corazón.

La mujer cristiana a la que tanto menospreciaban, Dios le ordenó ir una noche a cuidar de su abuela, debía hacerlo para agradarlo a Él y la forma correcta era dedicarse toda la noche a ella, asistirla y demostrarle el amor y la bondad que le había sido otorgada por fe y por gracia en Cristo Jesús. Ella no lo pensó dos veces, así que se ofreció para cumplir el propósito de Dios independientemente de lo que pudiera esperarle esa noche, pues su abuela no la soportaba, pero como no eran muchos los dispuestos para cuidarla, a la anciana no le quedó otra elección que aceptar.

Para gloria de Dios, todo salió bien, esta cristiana pudo demostrarle a su abuela el amor, el cariño y la ternura que solamente se puede recibir y dar en Cristo Jesús y que quizá ninguno de sus otros seres queridos le pudieron manifestar. La diferencia radicó totalmente en que esta mujer actuó bajo la dirección del Espíritu Santo y no según su propia carne, de haber sido así, con certeza no habría obedecido al Señor, pues de la carne nada bueno puede salir, especialmente después de haber sido ofendida. Esa noche el Señor obró de manera sobrenatural y aquellos que habían vituperado y maltratado a esta mujer quedaron en vergüenza al ver el amor y la compasión que Cristo Jesús les estaba demostrando a través su vida. Ella fue guiada por el Espíritu y el Señor se glorificó; además, al día siguiente le dieron de alta a la abuela, fue la última noche que pasó hospitalizada gracias a la misericordia de Dios. ¡Qué hermoso obra nuestro amado Salvador!

Este testimonio nos deja muy claro que debemos enfrentar las batallas en el Espíritu y no en la carne, solamente de esta manera podrá ser glorificado el nombre de nuestro Señor Jesucristo. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6 (RV1960).

“No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza. No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal”. Romanos 12:17-18, 20-21 (Dios Habla Hoy).

La mejor forma de enfrentar los embates devaluativos que ejercen en nuestra contra, es con el amor, la amabilidad, la paciencia, el gozo, la humildad y el dominio propio, todo ello proveniente del Espíritu de Dios.

“Han oído la ley que dice: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero Yo digo: ¡Ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues Él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. Si eres amable solo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo. Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto”. Mateo 5:43-48 (Nueva Traducción Viviente).

Si queremos que nuestros seres amados se vuelvan a los pies de Cristo, debemos aprovechar cualquier oportunidad que tengamos para demostrarles cuán grande es su amor y su misericordia por cada uno de nosotros. El Señor se encargará de hacer la obra milagrosa de tocar los corazones por el poder de su Santo Espíritu y volverlos a Él para siempre, esta es la esperanza de los hijos de Dios.

¡Gracias Señor Jesús, sigue enseñándonos a amar a los demás como tú nos amas, conforme al Espíritu de nuestro Padre Celestial, amén!
Toda la gloria para el Señor de señores, Jesucristo es su nombre, el Salvador.


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